jueves, 27 de noviembre de 2014

Frente a la montaña solo se vive una emoción, las ansias de subirla.
También se puede sentir un temor impresionante de que la montaña te destruya, de que se desmorone y te entierre entre sus escombros.
Se siente una mano de dios empujándote a subir y la otra presionándote el pecho, torturando tu mente. Se siente la vida fluyendo por tus venas.

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